10 nov 2022
Es obvio que la destrucción de Pompeya por la erupción del Vesubio en el año 79 d.C. es uno de los peores desastres naturales de la historia antigua. Antes de la erupción, Pompeya era simplemente una ciudad portuaria romana que servía de importante paso para las mercancías que llegaban por mar. Contaba con un anfiteatro, un gimnasio con piscina central y un complejo sistema hidráulico capaz de abastecer a más de 25 fuentes de la ciudad. Los habitantes de Pompeya estaban acostumbrados desde hacía tiempo a terremotos menores o mayores, pero aquel día no tenían ni idea de que el Vesubio era también un volcán y que provocaría su muerte y la destrucción de su amada ciudad. La ciudad se cristalizaría entonces en el tiempo, desapareciendo aparentemente de la faz de la tierra hasta 1594, cuando fue redescubierta accidentalmente por el arquitecto Domenico Fontana y sería gradualmente reexplorada en 1748, y luego en los siglos XIX y XX. Poco después, Pompeya se convertiría rápidamente en una importante atracción turística en toda Europa. A pesar del deterioro de la ciudad, Pompeya sigue representando una fascinante ventana al pasado y ofrece la oportunidad de conocer la antigua Roma sin necesidad de abrir un libro de historia.