23 jul 2022
Nápoles es una ciudad que nunca se detiene. Desde el centro histórico, con sus cenas a base de pasta y lugares Patrimonio de la Humanidad como la primera iglesia de la cristiandad, hasta los palacios reales dignos del mismísimo rey Carlos III, ¡hay un sinfín de delicias esperando a la vuelta de cada esquina! Así que, antes de tu excursión de un día a Pompeya o Herculano, tómate un tiempo para conocer estos antiguos orígenes griegos que se remontan a varios siglos atrás...
La región de Campania, en el sur de Italia, era un punto de referencia para los romanos que buscaban lujosos retiros vacacionales. Situada alrededor del Vesubio, esta zona albergó ricos centros turísticos que florecieron en la antigüedad, empezando por los que datan del siglo VII a.C., cuando los griegos se asentaron allí por primera vez.
Gracias a las ruinas -hasta que la erupción del 79-80 d.C. causada por flujos piroclásticos las destruyó- hoy podemos saber cómo debió de ser la vida en estos destinos creados por el hombre.
Las ruinas de la antigua Herculano contrastan con las de Pompeya. Históricamente, se cree que las dos ciudades fueron fundadas por personas diferentes, pero la leyenda cuenta que Hércules fundó este balneario tras regresar en vida de uno de sus doce viajes. Bajo el dominio romano, las lujosas casas e imponentes villas que bordean las calles adoquinadas y los edificios públicos, como las termas, la convirtieron en un lugar popular para los ciudadanos adinerados que buscaban paz lejos del bullicio de Roma. Por el contrario, la bulliciosa metrópolis de Pompeya albergaba a unas 60.000 personas durante el reinado del emperador Nerón. También había muchos parques y burdeles para el placer de los ciudadanos, así como una arena donde tenían lugar luchas sangrientas o discusiones sobre asuntos públicos como los impuestos. Todo esto podía tener lugar en plazas al aire libre, donde todo el mundo permanecía de pie, aunque no siempre estuvieran de acuerdo en lo que se decía.
Posteriormente, un terremoto causó graves daños y la reanudación de los proyectos de restauración se pospuso hasta después de la erupción del Vesubio en el año 79 d.C.
La explosión envió penachos de ceniza, piedra pómez y gases volcánicos tan altos hacia el cielo que podían verse desde cientos de kilómetros de distancia. Pompeya quedó totalmente cubierta por una nube, mientras que los supervivientes perecieron en las ruinas de Herculano a causa de las intensas olas de calor que rodaron por las laderas destruyendo todo lo que tocaban a su paso, hasta que finalmente sólo quedó la llanura.
Después de muchos siglos, la preciosa historia de Herculano y Pompeya fue redescubierta, precisamente en el siglo XVIII. El Vesubio es uno de los volcanes más fascinantes y mortíferos de toda la creación. Lleva casi tres siglos amenazando con entrar en erupción, pero nadie se atreve a decir cuándo podría ocurrir ni de qué magnitud podría ser la explosión, aunque a muchos les preocupa su posible destrucción si algo sale mal. Pero a pesar de todo, hay que visitar este lugar porque realmente hay muchas cosas que merece la pena ver, como las soleadas costas que hay justo al otro lado de su poderosa puerta -llamada las Puertas Peligrosas- y no hay que olvidar la comida, especialmente todo lo relacionado con la pizza, que es una visita obligada siempre que se menciona la cocina italiana.